DESPERTANDO LA ROSA Y EL INSTANTE

Portada: Mandala de la alegría, de Concha Candelas



(...) Al final de este recuento de amor, la hablante lírica se pregunta si halló la "rosa tan buscada", la que ha venido marcando su biografía poética, si experimentó "el instante que cruza los espejos", atravesando los reflejos hasta penetrar en el núcleo de la verdad. El poema que cierra esta colección así parece confirmarlo. Como en la física cuántica la luz puede ser onda y partícula a la vez, la hablante, por el amor, ha logrado una misma fusión de instante con eternidad, de espacio y tiempo, del yo y el tú.

En esta colección, Cristina Lacasa confiesa la maravilla que puede ser el encuentro con el amor, en la más alta acepción de ese sentimiento, que ella denomina "vigía sideral", en su intemporalidad a todos los efectos, siempre único y sorprendente en la experiencia de cada uno, aunque se trate de un fenómeno repetido en muchos y a lo largo de la historia. También ella declara que "Sólo el amor es escalón del Cielo".
Hay un gran júbilo en estos versos y la proclamación de que así como en la física cuántica no es posible determinar a la vez y con exactitud el momentum y la posición de partículas, la costumbre y el determinismo no son absolutos ya que con toda probabilidad la rosa florecerá haciendo eterno el instante efímero.

(Fragmento del Prólogo de Candelas Gala)

Candelas Gala
Charles E. Taylor Professor of Romance Languajes
Wake Forest University




Candelas Gala ocupa la cátedra Charles E. Taylor en el Departamento de Lenguas y Literaturas Románicas de la Universidad Wake Forest, Carolina del Norte, EE. UU., del cual ha sido también directora durante el período de 1996 a 2005. Es autora de varios libros y numerosos ensayos sobre la poesía de Federico García Lorca, la poesía escrita por mujeres poetas del siglo XX, y sobre la generación de 1927, en general.


LA MÚSICA



La música es candor y es añoranza
del cielo y de sus ángeles; es dado
de tornasoles múltiples; alado
potencial, del milagro remembranza.

La música es hermana de la danza
y al ruiseñor excelso le ha otorgado
el más hermoso canto. En lo sagrado
comulga, redoblando la alianza.

La música transfiere a las esferas
el don de su armonía, su secreto
onírico, que amansa hasta a las fieras.

La médula enaltece del sonido,
de la Belleza es fúlgido decreto,
del éxtasis corcel, corona y nido.

Cristina Lacasa

MAYA










Tú siempre estás conmigo, me acompañas
con tu latido adicto. Tu presencia

es un bálsamo, presto
a aliviar soledades.
Maya te llamo y llegaste a mí
tras, en tu corta vida, haber sufrido
de bárbaro abandono.
Maya que es ilusión en un idioma
sagrado y legendario.
Y para mí tú, Maya,
sí eres ilusión
mas no irrealidad.

Tus despiertos sentidos al servicio
de una total defensa

de nuestro territorio, acreditan
tu linaje de can, esa conciencia
sutil de comprender a un ser humano.
Te mueves con presteza, amas los viajes,
y te emocionas cuando vuelvo a casa,
regreso que esperaste con paciencia,
pero con tu impagable alerta a punto.
Eres braco alemán por raza, eres
femenina y muy dulce por tu género.

Nunca podré pensar que eres mentira,
un espejismo por llamarte Maya,
porque ilusión también es esperanza
que embellece la vida.
Tu certitud palpable
(si bien es temporal, como es el mundo
que nos sustenta a todos),
derrama arrobo y júbilo.
Tu mirada translúcida me ampara
en toda luz, de día o de noche.

Eres feliz ahora y lo agradeces
con todas las potencias de tu ser,
que se vuelca a mi paso a cada instante
para decirme en tu lenguaje único
que tu amor es tan grande e irradiante
como el fulgor de un astro.

Cristina Lacasa



ENCUENTRO










Te encontré y me encontraste en el sendero

cuando una buena parte de la vida,
con los dados marcados, su partida
había prolongado. Yerto acero.

Yo paciente esperaba en el otero,

del encuentro el milagro, una salida
que me llevase al cielo; enardecida
te vi llegar de pronto: un gran viajero.

Viajabas incansable por las rutas
de Aragón, con sus ríos y sus frutas.
En tu equipaje grávido tus ciencias.

Encendimos antorchas en la tarde

y, de ese fuego sin hacer alarde,
fue un raudal nuestra charla de vivencias.



Cristina Lacasa

LOS HILOS INVISIBLES


Hay hilos invisibles que nos unen:
el Alcanadre, Sariñena, el pulso
de una tierra tan recia como noble.
El nombre de María en nuestras madres;
la Virgen del Pilar siempre presente
en la familia; el Pueyo, el Pirineo
regentando escarpados miradores,
desde Ordesa a Benasque, con su Aneto,
y Panticosa, impresionante y fúlgida.

El viaje semanal, para nutrir
nuestros anhelos con el pasto ansiado
y poder recibir del sol el ósculo
bravío, sin desplomes ni ataduras.
El cierzo con sus huestes, atacando
toda impureza y polución, el báculo
de los fuertes aromas de los montes
abatiendo nostalgias.


Y, sincronías redoblando pálpitos,
el manantial de la Paúl prolonga
su casto beso de agua hasta la calle
donde se alza la casa
de mis antepasados.
Cuando también tu identidad es Paúl,
tierna impronta legada por tu madre.


Dije Benasque y pude decir otro
nombre de población que el Pirineo
aragonés cobija. Luego supe
que tu raíz paterna se hizo árbol
allí precisamente, en que reposan
junto al Esera huesos de tu estirpe.
Ellos desde la fuerza de la herencia
te convocan a amar aquel paisaje,
sueño de Eternidad, el esplendor
de su cielo, la nieve culminante
de nitidez; las múltiples cascadas,
con Batisielles, hontanar de magia;
las cándidas auroras
despertando a las cumbres.


La música en sonidos inefables;
la cristalina lengua, otro prodigio
musical, donde hallara
Juan de la Cruz sustento y a su mística
confirió un alto grado de belleza.
Servet, los Argensola, otros ilustres
hijos, de antes y ahora,
que escapando a los límites
de un territorio, inmarcesibles honran
horizontes más amplios.
María Moliner y el monumento
que con palabras erigió, inmortal.
Ballobar y sus ripas milenarias
y el encuentro imprevisto aquella tarde.

Hay otros hilos misteriosos, lábaros
que orbitan herra y aire,
circulan por los ríos y propulsan
hacia un cósmico fuego
dos latidos hermanos.

Cristina Lacasa
Marzo de 2005
Viernes Santo

Amigos de Cristina Lacasa, con otras personas, asistentes al acto de presentación de su libro "Despertando la rosa y el instante".